Ingrid Centeno

Tus ojos vierten gotas de café ese color que le da vida a la misma vida, son sustancia deliciosa así como cuando el azúcar se derrite y se vuelve miel. Tus ojos son ese suspiro que vive, que necesito, para saber que estás bien. Tus ojos saben a dulce, como el néctar de las flores que no he probado, pero que un colibrí me lo dijo por ahí. Tus ojos son las lágrimas apaapacibles que no cualquier ser vivo derrama son la maravilla inexplicable de lo intangible son ese cariño sincero expresado a través de su brillo. Tus ojos son la instancia perfecta para desahogarme y olvidarme de las penas, en tus ojos renace la esperanza donde la esencia de tu bondad descansa. Tus ojos son esa cosecha de ánimos y alegría así, como mi café de todos los días.

Si te resulta difícil desnudarme el alma, puedes salir por la misma puerta por donde entraste, no estoy para amores a medias, eso lo tuve y ya no lo quiero. Sí, soy vulnerable a veces, pero pecar me resulta muy fácil, lo difícil es, cuando te enamoras del pecado y créeme, esa carta ya la he jugado y siempre perdiendo he terminado. Ya no quiero ser esclava de mis propios deseos, quiero a alguien que cuide de mí misma, que descubra mis puntos débiles y sepa que me tengo miedo. Necesito a alguien que se enamore de mi locura, en vez de huir, forme parte de mi apocalipsis y recorra mis espinas sin tener miedo de sangrar, sino de alejarnos. Quiero un todo que celebre mis victorias, pero que esté ahí si mi vida se convierte en ruinas, quiero a alguien que baile conmigo, que aparte de ser un amor bonito, sea un buen amigo.