14-11-2015

Y nos fuimos de campamento, muchos obligados y otros como yo, con ansias de divertirse a lo grande. Es hermoso saber que al despertarme Dios me regala un día más de vida para disfrutarlo de la mejor manera. Soy de las que no se relaciona con mucha gente, pues de 120 compañeros de vivienda, tal vez le hable a 50. Tengo pocos amigos y los que existen son de calidad, de esos que jamás quieres olvidar. No sé si es sueño lo que cargo hoy o es esa nostalgia por no ir al viaje de su lado, a pocos asientos del mío, allí vas, agachando la cabeza porque quizás el sueño puede más que tu voluntad de viajar. Yo, queriendo volar hasta donde estás, pero el orgullo no me deja, o será la dificultad que tengo de ceder ante ti, ante esos ojos bonitos que me ponen a pensar. Van muchos aburridos, unos leyendo otros dormidos, no parece que vayamos a divertirnos, o no sé si me tocó ir, del lado de los mejor portados. Unos gritan y ni siquiera querían venir.

Al llegar pude sentir ese frío, esa emoción que me da al sentir un poco ese ambiente de la ciudad que me vio nacer. Es tan hermoso el color verde cuando es a los árboles a quien veo, ese olor a hoja seca que me recuerda tanto mi infancia, cuando corría por ese lugar en donde me tropezaba con conejos que andaban haciendo travesuras por ahí. Estando en el lugar me ha tocado recorrer toda la finca acompañada de hombres, es agradable no tener que compartir con mujeres, y más conociendo a la mayoría de las que participan de la actividad, me divierto mucho, como nunca seguro, pues en un tiempo recordaré este momento, caminar, jugar, reírme, creo que todo eso le hacía falta a mi rutina, a esa que preferiría vivirla contigo, compartir más momentos juntos, haciendo locuras, sonriéndole al viento.

Quise ir a tu lado, en el mismo equipo, participar en la misma actividad, pero no sucedió y quizás fue bueno, no sé lo que pasaría, tal vez y me hubieses seguido ignorando y volteando la mirada hacia otro horizonte. Llegó la hora de compartir con ellos, con esas personas a quien admiro, a quien les guardo respeto, ellos son increíbles y hablar de mi pasado por simple curiosidad de ellos pues es algo bueno.


Al final de la tarde volvemos, y regreso con una sonrisa enorme, mis pies cansados pero fue lo mejor que pudo pasar en este día, no podría quejarme, fue todo un éxito. De él… de él, mejor ni escribo, sólo sé que estuvo ausente en mi presente.

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